El espíritu empresarial no es solo una base para los empresarios interesados en establecer una actividad comercial. Más bien, se refiere a una capacidad individual para convertir ideas en acción e incluye un amplio conjunto de habilidades (EC, 2011) que permite la capacidad de transformar ideas en valor social para otros.
El espíritu empresarial, de hecho, tiene un potencial "social" adicional para abordar los desafíos sociales apremiantes y satisfacer las necesidades sociales de una manera innovadora. El espíritu empresarial social se traduce principalmente en el impacto social en lugar de la maximización de los beneficios para llegar a los grupos más vulnerables y contribuir al crecimiento inclusivo y sostenible (OCDE).
Como el emprendimiento social es un concepto nuevo, también los estudios sobre su definición como "competencia" son muy nuevos. La educación juega un papel clave para el desarrollo de esta competencia, especialmente los docentes. Sin embargo, una investigación de la CE (2011) muestra la ausencia de habilidades y enfoques creativos para el aprendizaje empresarial en los programas de formación inicial de docentes (ITE) y de desarrollo profesional continuo (CPD).
Posteriormente, el perfil de los docentes debe fortalecerse con esta competencia clave y con la adopción de prácticas y recursos innovadores que, por consiguiente, tendrán un impacto positivo en el desarrollo / mejora del espíritu empresarial social de los estudiantes.
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